Ya están puestas nuestras almas para
buscar en las calles -que tantos siglos se
callan- esa luz que, tras de sí, traerá el
cortejo de los días que forman esa Semana
por la que todas las demás existen

miércoles, 16 de junio de 2010

Asenjo ve "déficit de eclesialidad" en los que votaron el "no" en la Esperanza de Triana


Claro y rotundo. Sin ninguna fisura. Así se mostró ayer el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, a la hora de valorar —y lamentar— la negativa de la Hermandad de la Esperanza de Triana a trasladar la imagen del Santísimo Cristo de las Tres Caídas a Madrid el verano del año de 2011, para formar parte del Vía-Crucis presidido por Su Santidad El Papa Benedicto XVI con motivo del Día Mundial de la Juventud.

Y es que el cabildo celebrado el pasado viernes, en el que ganó por mayoría abrumadora el «no» al traslado de la imagen, iba a tener consecuencias por parte de la Iglesia sevillana y más concretamente en la persona del prelado, quien ya el día después, cuando presidió la procesión extraordinaria de la Estrella, declinó hacer cualquier tipo de declaraciones a este respecto.
Sin embargo monseñor Asenjo, que ayer compareció para dar a conocer el informe económico de la Diócesis hispalense en 2009, no tuvo reparos en valorar lo sucedido en el seno de la corporación de la Calle Pureza y se explayó a gusto, dando asimismo un toque de atención importante, un aviso a navegantes dirigido, en definitiva, a todas las Hermandades y Cofradías de la Diócesis.


Pedagogía pastoral
Así, y aunque señaló que «había dudado en dar a conocer» su parecer sobre esta negativa, luego fue claro al precisar que «es importante que el arzobispo ejerza pedagogía pastoral». Es por ello que la decisión tomada por la corporación trianera «la respeto pero no la comparto. Recibí la noticia a las 6 de la mañana del sábado en Madrid con mucha pena».

El prelado, a la hora de hacer un juicio «humilde y sin acritud», tampoco se anduvo por las ramas y fue de la opinión de que «la decisión no fue la más brillante. La fecha no pasará a la historia de la venerable Hermandad como una fecha gloriosa».

El arzobispo recordó que se le había enviado a la Hermandad de la Esperanza de Triana la carta del cardenal de Madrid Antonio María Rouco Varela, solicitando la imagen del Santísimo Cristo de las Tres Caídas para el citado via crucis, acompañada de otra misiva del propio Asenjo, apoyando esta solicitud. «Me consta que Adolfo Vela —hermano mayor de la Esperanza de Triana— la recibió con agrado y recabó las informaciones técnicas pertinentes y buscó con éxito la financiación del traslado y el seguro. Incluso tenía asegurada una iglesia —en el Paseo del Prado— para los tres días de permanencia en Madrid, en la que iba a celebrar tres eucaristías solemnes presididas por tres obispos, entre ellos, yo».

Es por ello que monseñor Asenjo se mostró agradecido con el Hermano Mayor de la Esperanza de Triana, al que calificó como una persona «de gran calidad humana y cristiana, con las ideas muy claras de lo que son las hermandades y cofradías en la Iglesia».

Tras recordar que «Sevilla no va a estar presente en este histórico via crucis y sí otras hermandades y semanas santas de España, que han respondido positivamente a este llamamiento», dijo preocuparle sobre todo «el déficit de eclesialidad que revela este hecho y que hace bueno aquel dicho de un hermano mayor: “La Iglesia es una cosa y otra muy distinta las Hermandades y Cofradías”», lo que consideró «un disparate», puesto que «las Hermandades no son un punto y aparte fuera de la Iglesia», sino que, como señala el Código de Derecho Canónico, son «asociaciones públicas de fieles que pertenecen a la Iglesia y que tienen como fines, entre otros, el culto a sus sagradas imágenes, la evangelización, el apostolado y la formación de sus hermanos».

Precisamente esta diatriba, la de las Hermandades como asociaciones públicas de fieles, ya surgió hace años con la Hermandad del Gran Poder, cuando incluso llevó un contencioso con la Diócesis hasta Roma, dándole los tribunales eclesiásticos la razón al entonces arzobispo.
Abundó en la cuestión de la negativa de la hermandad de la calle Pureza, poniendo de manifiesto que «lo siento mucho, me apena que no se haya tenido en cuenta lo que significa este acto por parte de la hermandad. Iban al encuentro del Papa».

Apostilló monseñor Asenjo, generalizando, que «en el campo de la formación cofrade nos queda un largo camino por recorrer», recordando de nuevo que «lo único que legitima a las hermandades es su inserción en la Iglesia. Fuera, son una asociación más como otras tantas».
A pesar de todo ello, el prelado dijo que «no pierdo la esperanza de subrayar y acentuar los rasgos que definen la identidad cofrade: la eclesialidad, su inserción en la Iglesia»

Confesó «no arrepentirme» de cómo ha actuado en esta cuestión y preguntado si no hubiese sido más fácil ejercer algún tipo de presión, respondió Asenjo con un «el arzobispo no debe ser un cacique. Mi postura, en carta y en diversas conversaciones con el hermano mayor, ya era bastante».

En todo caso, no consideraba que este revés haga que se sienta derrotado. «Yo no me siento así, como tampoco el cardenal Rouco ni el hermano mayor. Tengo la conciencia tranquila y adivino un futuro esperanzador».

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