Entre vivas, la Virgen se adentraba en la Barriada de la Paz, la cual, había sido engalanada con multitud de banderolas blancas. Una vez que la titular de la Hermandad de los Aceituneros se detuvo en la plaza, rompieron fuertes aplausos para dar la bienvenida a su Virgen.
Cabe citar, que todos los vecinos colaboraron en el engalanado, así como en la Eucaristía donde acudieron muchos vecinos y devotos.
También, fue inaugurado un azulejo en la plaza, conmemorativo con la visita de la Virgen.
De regreso, en la esquina de la Calle Menéndez Pelayo con Padre Miguel Román, la Virgen avanzaba entre el gentío bajo una petalá y a los sones de una preciosa sevillana interpretada por un coro de jóvenes.
Sobre las 19:30 horas, la Virgen de la Paz se adentraba de nuevo en la Parroquia de Santa María después de un día en el que muchos vecinos cumplieron el sueño que tanto anhelaban, la visita de su Virgen de la Paz a su Barriada.
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