Ya están puestas nuestras almas para
buscar en las calles -que tantos siglos se
callan- esa luz que, tras de sí, traerá el
cortejo de los días que forman esa Semana
por la que todas las demás existen

lunes, 1 de noviembre de 2010

Aniversario en Montesión

En medio de una jubilosa expectación, ataviada con las mismas galas de novia con las que seduce a Sevilla cada Jueves Santo, la Virgen del Rosario, una de las vecinas más antiguas de la calle Feria, puso ayer el broche de oro a la conmemoración de los 450 años de historia de Monte-Sión (1560-2010) con una procesión extraordinaria que tuvo su momento álgido en la visita a la Esperanza Macarena.



Y para ocasión tan extraordinaria, el barrio de la Feria lució sus mejores galas: colgaduras en los balcones, mástiles plantados en la plaza de los Carros con gallerdetes de colores marianos y una capilla primorosamente adornada con guirnaldas de flores y racimos de uva enmarcando el portalón del templo. Hasta los retablos cerámicos de los titulares que escoltan la fachada de la capilla habían sido decorados con cortinillas.

La decisión de la hermandad fue valiente, toda vez que estuvo chispeando hasta minutos antes de la hora de salida, prevista para las seis de la tarde. A esa hora, un aplauso recibió la apertura de las puertas del templo. En una tarde noche ventosa, de nubes y claros, la larga comitiva, en la que se integraron numerosas hermandades invitadas, se abría paso por Feria y Palacios Malaver siguiendo la estela sonora de la agrupación musical de la Redención. Mientras, en el interior de la capilla, el delegado diocesano de Hermandades, Manuel Soria, daba el primer aldabonazo del martillo. El palio se levanta a pulso y en el silencio de la capilla se escucha el tintineo de los rosarios en los varales.

Enmarcado el paso en la puerta, la voz del capataz, Francisco Reguera, se adueña de la situación: "Esta bella joya de la calle Feria ya va a estar en la calle. Los 450 años no han sido en balde en esta corporación. Ojalá que cumplan otros 450 más". La dolorosa de tez anacarada salva la puerta y se asoma a la calle Feria, que la aplaude sin cesar. Hay abrazos y lágrimas de emoción entre los hermanos, mientras los sones cascabeleros de Rosario de Monte-Sión desatan el delirio de los parroquianos.

La procesión bajo palio de la Reina del Rosario dejó un extraordinario regusto a cofradía alegre y popular. Por la calle Feria se vieron ayer estampas ya poco habituales en estas salidas extraordinarias: niños vestidos de monaguillos de la cofradía, vendedores a pie de cartuchos de avellanas con canastos de mimbre, racimos de globos, saetas desde los balcones -como la que cantó El Sacri, con letra del Avemaría, desde el balcón de la casa número 22 de Feria- y hasta cigüeñas revoloteando la concurrida plaza de los Carros.

Bellamente adornado con macizos de rosas blancas, nardos, orquídeas y astromelias, el palio blanco de Monte-Sión iniciaba casi a la caída de la noche un largo recorrido de más de siete horas por calles del barrio por donde nunca antes había transitado. Atrás, en el altar principal de la capilla, quedaba el Señor de la Oración en el Huerto acompañado por el Ángel confortador.

A lo largo del inédito recorrido, la Virgen del Rosario recibió numerosas muestras de devoción y cariño. A la altura del número 7 de la calle Palacios Malaver, el grupo joven de la hermandad recibió a la dolorosa con una lluvia de pétalos. Representando el escudo corporativo, los jóvenes de Monte-Sión también habían preparado una alfombra de sales de colores en la esquina de la plaza Calderón de la Barca con la calle Amargura, punto de arranque de un recorrido netamante macareno que condujo a la novia del Jueves Santo hasta las mismas plantas de su Vecina de las murallas.

La calle Parras tuvo anoche sabor a madrugada de Viernes Santo. Por esta vía gozosa de la carrera oficial macarena, la Reina de Monte-Sión fue agasajada con petaladas, plegarias, salves y hasta unas sevillanas compuestas en su día para la Virgen del Rosario por la directora del coro de la hermandad del Rocío de la Macarena, Pilar Liébana. Los vecinos de Parras sacaron a sus balcones mantones de Manila, rosarios, fotografías en blanco y negro de la dolorosa del Jueves Santo y hasta un manto bordado, como el que colgaba del número 12. Mucho sabor a Corpus Chico de Triana tenía también el altar callejero levantado en la acera del número 4, presidido por una foto de la Virgen del Rosario con gasas de encajes.

Al filo de las diez de la noche, el manto abullonado de la Virgen del Rosario se colaba en la Basílica a los sones de Esperanza Macarena. Dos vecinas de la calle Feria frente a frente. Luego vendría la algarabía de Pasan los Campanilleros bajo el Arco de la Macarena y un intimista recorrido de regreso a la plaza de los Carros.
Fuente: El Correo de Andalucía
Luis Manuel Jiménez

No hay comentarios: